São Paulo es una ciudad de muchos parques. Siendo accidentado el relieve del terreno donde se encuentra la ciudad, algunos parques son en las laderas de las colinas y son preciosos. De todos los parques de esta gigantesca metrópolis, el parque Ibirapuera es el más significante.

Es una amplia extensión de áreas verdes dentro de la zona urbana. En ciertas partes los árboles son tan altos y tan numerosos que forma pequeños bosques. En otras secciones del parque hay lagos. Por dentro del parque corren calles, por las cuales se puede pasear ya que el tráfico público no es permitido, aunque hay que tener cuidado con el entusiasmo de los jóvenes ciclistas, y en todo tipo de aparato con ruedas.

Dentro de los límites de este parque se encuentran el Museu de Arte Moderna, Pavilhão da Bienal, el Planetario y el Pavilhão Japonês. El Museu de Arte Moderna mantiene una colección de unas 2,600 obras en las cuales se incluyen pinturas y esculturas, además de tener una excelente biblioteca con más de veinte mil tomos relacionados con las artes.

El Pavilhão da Bienal, Pabellón del Bienal, es donde cada otro año, años pares, durante los meses de octubre y noviembre se celebra la exhibición de arte periódica más importante del mundo. La primera de estas exhibiciones fue celebrada en 1951 en el Parque Trianon y trasladada a la presente localidad en el parque Ibirapuera cuando este fue inaugurado en 1954. Durante el resto de los dos años, el edificio presenta parte de la colección del Museu de Arte Contemporánea, el cual se encuentra en la universidad de São Paulo.

El Pavilhão Japonês, Pabellón Japonés, es otro lugar atractivo en el parque. Nos dijeron que hay un vivero de plantas también muy interesante. Y lo que más nos llamó la atención fue un camino bajo techo llamado Marquise do Ibirapuera que une los edificios de los museos y pabellones. El espacio bajo techo, con un mínimo de columnas, que tiene esta marquesina es sorprendente. Construida en 1954 cuando se inauguró el parque, no llamaba tanto la atención a los paulistas que nos acompañaron al paseo por el parque; ellos siempre la han visto ahí. Nosotros, que nunca habíamos visto cosa igual y siempre nos mojamos cuando vamos al parque y llueve, nos pareció una obra artística sin par con una utilidad práctica que justifica sus proporciones.

Visitamos un día que hacía frío y estaba nublado, uno de esos días que lo mejor es quedarse en la casa descansando y disfrutando de la televisión. Aparte del festival japonés que ese día se celebró en el parque, habían bastantes personas en todas partes en el resto del parque. Nos dicen que los domingos soleados, es posible que medio millón de paulistas compartan el parque Ibirapuera.