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Siendo la llegada a una nueva ciudad un momento tan crucial de un viaje, dedicamos esta presentación a esos minutos que se toma desde la llegada del avión hasta el registro en el hotel. |
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En nuestro viaje de noviembre de este año, 2003, tuvimos la oportunidad de viajar a Buenos Aires (Bs As, como lo indican los porteños o naturales de Buenos Aires). Anteriormente habíamos estado en el aeropuerto Ezeiza un par de veces camino a Montevideo, Uruguay y después en el regreso de cada uno de esos viajes. Ya que estábamos en tránsito internacional nos mantuvimos en las secciones designadas para tal propósito. Realmente esa sección del aeropuerto la hemos caminado de arriba a bajo y volver a llegar allí fue una gran alegría. |
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Sin embargo, nunca habíamos pasado los agentes de emigración y por tanto técnicamente nunca habíamos estado en Buenos Aires. Este viaje, la cosa fue diferente. Corriendo fuimos a pararnos en la fila de inmigración, cuando reaccionamos y decidimos volver a darle un vistazo a la sección internacional del aeropuerto. De todas formas, parece que llegamos junto con otros aviones y la fila era larga. Volver a ver las tiendas de artículos turísticos, los dutty free, los restaurantes y cafeterías donde hemos desayunado y cenado, y la estación de la aerolínea para hacer transferencias a otros vuelos hizo realidad tantos recuerdos agradables, que sí, estábamos en el lugar correcto y todo iba de acuerdo a como el camino lo deseaba. |
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Eventualmente decidimos volver a la fila y después de unos minutos de una anticipación increíble, hemos tratado de ir a Buenos Aires dos veces y los viajes se nos han frustrado a última hora, nos cuñaron los pasaporte. Por fin llegamos a Bs As. Acto seguido recogimos nuestras maletas (valijas) y cuando apretamos el botón a ver si la aduana nos registraba o no, se ilumino la luz verde. Salimos al mundo de aquellos que esperan a los pasajeros con carteles, sonrisas y lágrimas, y allí en uno de los letreros estaban nuestros nombres. Nos montaron en un ómnibus con otros pasajeros y a la ciudad nos fuimos. |
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Lo primero que nos sorprendió a nuestra llegada fue el orden que vimos en el aeropuerto. Ezeiza (Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini) siempre nos lo han descrito como un aeropuerto intimidador. Realmente los otros turistas del grupo parecían pollitos mojados acabados de salir del cascarón, pero nosotros teníamos la ventaja de haber caminado por la zona internacional que es como nuestra casa fuera de casa y aquella alegría y seguridad aun la llevábamos por dentro. Realmente, todo estaba muy organizado y no hay necesidad de preocuparse, y según captamos la seguridad es bien buena. Ezeiza se encuentra como a unos 35 kilómetros del centro de la ciudad de Buenos Aires. |
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En el ómnibus nos fueron dejando en los diferentes hoteles ya dentro de la ciudad. Como siempre, a nosotros nos dan el tour completo y fuimos los últimos que dejaron, lo cual es magnífico porque esa orientación inicial es muy importante. En el hotel nos esperaba una guía que se encargó del papeleo usual en la carpeta del hotel y de paso nos ofreció otros tours adicionales al igual que tratar de complacernos en todos los caprichos que se nos ocurrieron. Minutos más tarde estábamos caminado por Buenos Aires con una amiga que nos vino a recoger al hotel. |
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